Mensaje para Josep Ramoneda: mi intervención que no tuvo lugar.

       

Asistí en La Central el lunes por la noche en la presentación del libro Catalunya-Espana: que nos ha pasado? que encuentro de gran actualidad e interés y con un sentido para algunos de los temas tratados, no sólo para Catalunya/España, y que ya había comprado la semana anterior.
Yo soy la persona que quería intervenir en la sesión abierta al público, pero luego tuve que salir de la sala porque tenía otro compromiso y no podía esperar a que algunos autores de los artículos del libro terminaran de hablar.
Mi discurso se habría dirigido a la alcaldesa Ada Colau para aclarar lo que dijo sobre su asombro por el proceso de transición italiana del fascismo que, en su opinión, condujo al gobierno de Berlusconi y a la subida de Salvini.
Esto está en total contradicción con lo que la misma alcaldesa dijo en una conferencia en Feltrinelli en Milán, donde yo estaba presente y en esa ocasión elogió a Italia por haber hecho la transición del fascismo asesinando al Duce, a diferencia de España, cuyo dictador murió en la cama.
Es obvio que Italia ha superado perfectamente y ha dejado definitivamente atrás el período fascista y, por lo tanto, cualquier comparación con la transición española es imprecisa y fuera de contexto político y también histórico.
El “gobierno de Salvini”, al que los italianos han podido decir suficiente, surge de un contexto de malestar social y desconfianza de la política atribuido en parte a los efectos de la globalización, que ha abierto el camino a los movimientos populistas, también mediante una transfusión de votos de la izquierda, y que no tienen nada que ver, al menos en Italia, con una posibles regurgitación fascista. Esto es lo que debe ser muy consciente la alcaldesa que se define a sí misma como “italianista”.
Y esta evolución política también corresponde extrañamente al análisis que la Sra. Colau hizo con sensatez principio de su discurso que corresponde entre otras cosas al texto del mismo libro de Marina Subirats y que obviamente también se aplica a Italia y a la mayor parte de Europa.
Llamar fascista a Berlusconi es un error profundo, y fascista a Salvini es una propaganda instrumental simplista e inútil que no se espera de un alcalde para su cargo institucional.
También quería dejar claro a la Sra. Colau que en Italia la derecha y la mayoría de los partidos que la componen, con inclusión de Forza Italia y la Lega de Salvini, forman parte del arco constitucional de un país democrático como es el caso de Italia, por lo que ser de derecha no significa ser fascista.
Quizás una reflexión sobre este punto sería interesante por la alcaldesa.
Esto confirma lo mucho que Italia ha superado los momentos oscuros de su historia.
Me desconcierta esta actitud incorrecta e incoherente de una persona que se llama a sí misma activista e italianista, totalmente desprovisto de conocimiento histórico y consecuente respeto si hubiera habido un italiano en la sala, en cuanto a su desgracia en mi caso.
Como puede ver, no habría retomado mucho el debate

 

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